Blog de Educación Infantil del Ceip. Ntra. Sra de la Luz, Tarifa. 4 años-Curso 2023/2024

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FAMILIAS


Estimadas familias,en esta página del blog, les iré mostrando artículos interesantes relativos a l@s niñ@s y sus características. Porque ¿Qué padre o madre no ha tenido ganas de compartir con alguien en su misma situación algún problema? Y más que eso, ¿a cuál de ellos no le vendría mal unos consejos? Espero que les sean de gran utilidad.

                               
1. CARACTERÍSTICAS DE L@S NIÑ@S DE 4 AÑOS



















¿Cómo son los niños y niñas de 4 años?

 

Desarrollo motriz

  • Empiezan a mostrar coordinación en los movimientos de su cuerpo.
  • Recogen una pelota en movimiento.
  • Comienzan a desarrollar el sentido del equilibrio. Pueden andar a la pata coja y mantenerse en equilibrio sobre un pie.
  • Comienzan a adquirir habilidad en los movimientos finos de los dedos.
  • Pueden vestirse y quitarse la ropa sin ayuda.

Lenguaje

  • Son capaces de expresar verbalmente su estado de ánimo, sus necesidades personales y deseos, e intentan satisfacerlos.
  • Comprenden las intenciones de los mensajes que se les transmiten.
  • Pueden dramatizar cuentos, relatos y experiencias vividas mostrando interés por enriquecerlos con sus propias invenciones.
  • Son capaces de combinar oraciones cortas.
  • Tienen dificultad para utilizar correctamente los tiempos verbales.
  • Disfrutan con adivinanzas, chistes y juegos de palabras.
  • Les gusta conversar con los adultos.
  • Comprenden el argumento de cuentos sencillos.

Conducta personal y social

  • Comienzan a mostrarse independientes, pero todavía pueden presentar inseguridades ante situaciones y personas desconocidas.
  • Necesitan sentirse importantes para las personas de su entorno.
  • Participan en juegos con otros niños de su edad y disfrutan de su compañía.
  • Reconocen las emociones y sentimientos de los demás, y aceptan las manifestaciones de afecto de los otros.
  • Muestran actitudes de protección hacia los más pequeños.
  • Confían en sus posibilidades al desarrollar una determinada actividad; a su vez, les gusta hacer encargos y asumir responsabilidades en tareas del hogar y la escuela.
  • Les gusta que los elogien por sus logros, pero no son capaces de reconocer sus errores.
  • Tienen ensoñaciones y, en ocasiones, amigos imaginarios.
  • Comienzan a controlar sus propias conductas e impulsos.
  • Mezclan fantasía y realidad.
  • Son capaces de interrumpir una actividad que les interesa y retomarla después.
  • Pueden concentrarse mejor en las tareas que realizan.
  • Empiezan a desarrollar esquemas morales basándose en las opiniones de los adultos y familiares que los rodean.


























  1. LOS MIEDOS
       INFANTILES






A lo largo del desarrollo de un niñ@ van a ir surgiendo miedos diferentes: miedo a la separación de los seres queridos, a sentirse abandonad@s por los padres, miedo a la oscuridad, a los animales, temor ante personas desconocidas, miedos al comenzar la escuela, etc.
Los miedos son reacciones normales ante situaciones que sentimos como amenazantes por ser desconocidas e inciertas. El miedo cumple una función de protección porque nos pone en alerta ante estímulos peligrosos. Cuando un niñ@ pequeñ@ siente miedo ante una persona desconocida, este temor lo protege de no irse con cualquier extraño que se encuentre en la calle. Por lo tanto, sentir miedo, en principio, es una reacción sana y muchas veces evita riesgos importantes.
Los primeros miedos suelen aparecer hacia los tres años de edad, momento en que la imaginación cobra gran protagonismo en los niñ@s. Además, a esta edad todavía no saben distinguir bien el mundo real del mundo imaginario.
También hay que destacar el papel que juegan los padres en la aparición y mantenimiento de estos miedos. Es frecuente que sean los propios adultos los responsables de crear temores en los hij@s, asociando castigos o enfados con situaciones del tipo: <<Si no comes bien, iremos al médico para que te pinche>> o <<Pasarás un rato encerrado en….para que no vuelvas a pegar a tu herman@>>.
En circunstancias normales, los miedos van desapareciendo de forma natural. Hay algunas actitudes de los padres que pueden ayudar al niñ@ a superar estos temores:
Los miedos expresan conflictos y no vale de nada ignorarlos. Es necesario hablar sobre cómo se siente y cómo piensa que puede superarlo.
No debemos ridiculizarlo ni compararlo con el herman@ o el vecin@ que no tiene miedos, al contrario, es bueno que comprenda que todos tenemos miedos.
Tampoco es conveniente sobreprotegerl@ porque entonces tampoco lo ayudaremos a que lo supere y estaremos fomentando la dependencia respecto al adulto.
Hay que hacerle sentir que es capaz de superar sus miedos y para ello debemos acompañarl@ en situaciones temidas, valoraremos mucho su actitud valiente y ganas de superar sus dificultades.
No es positivo obligarl@ a que se enfrente sol@ a una situación temida. Será mejor ir dando pasos poco a poco y verbalizando la primera vez que lo hagamos.
No debemos engañarl@. Es mejor que el niñ@ sepa a qué se va a enfrentar, si el niñ@ se siente engañad@ por sus padres, no podrá fiarse de ellos y aumentarán sus temores.
• Si el niñ@ tiene una pesadilla y no puede dormir, sería positivo acudir a su cama y pedirle que nos cuente la pesadilla. Es bueno que exprese su sueño, que suele hacer referencia a un temor más profundo que está sintiendo.
Es necesario que tengamos en cuenta que los miedos no van a desaparecer por completo. A lo largo de su vida, el niñ@ seguirá sintiendo miedos ante distintas situaciones. Lo importante es que sepa reaccionar ante ellos de la forma más adecuada y que no le impidan un funcionamiento normal.

        1.1 MIEDO A LA ESCUELA


Es necesario ir al colegio no solo para aprender a leer, escribir y a contar. Además de aprender todo eso, el niñ@ va formando gradualmente su carácter, su capacidad de reflexión y juicio, al tiempo que se le amplían los conocimientos.
El asistir a la escuela usualmente es un evento agradable para los niñ@s pequeñ@s. Pero para algun@s esto conlleva miedo o pánico. Los niñ@s que se comportan de esta manera están padeciendo un temor paralizante por tener que dejar la seguridad de la familia y de la casa. Es muy difícil para los padres hacerle frente a este pánico infantil, pero estos temores pueden tratarse exitosamente con ayuda.
Este miedo irracional suele aparecer por primera vez en niñ@s que asisten a escuelas para niños de edad pre-escolar. El negarse a ir a la escuela aparece, generalmente, después de un período en el que el niñ@ ha estado en casa en compañía de su familia, por ejemplo, después de las vacaciones de verano, de los días de fiesta, o después de una breve enfermedad. Puede pasar después de un evento que le produce estrés, tal como la muerte de un familiar o de una mascota, un cambio de escuela o una mudanza a un nuevo barrio.
Los niñ@s con un temor irracional a la escuela pueden:
- Sentirse insegur@s si se quedan solos en un cuarto.
- Demostrar apegamiento excesivo en su comportamiento.
- Demostrar una preocupación o temor excesivo acerca de sus padres.
- Tener dificultad para dormirse.
- Tener pesadillas.
- Temer quedarse sol@s en la oscuridad.
- Pueden tener rabietas severas cuando se les obliga a ir a la escuela.
Nuestra capacidad de adaptación a las nuevas situaciones no se puede comparar con la capacidad de un niñ@ al enfrentarse con personas y lugares distintos. Nosotros llevamos un bagaje de experiencias que hace con que la adaptación sea una situación más suave y controlada. Y eso exactamente no es el caso de los niñ@s. En la primera infancia, todo es nuevo para ell@s. Y sólo nosotros, los padres, podemos ayudarles con el apoyo y la comprensión.
La integración del niñ@ a una escuela ha de ser pasito a pasito, sin prisas ni agobios. Es muy importante respetar el tiempo y las exigencias de vuestro hij@.
Consejos para una buena adaptación:
- Al principio, lleve al niñ@ solo por algunas horas y poco a poco va aumentando el horario.(Antes llamado periodo de adaptación y actualmente suprimido en muchas ciudades o comunidades autónomas aunque no en todas).
- Deje que el niñ@ lleve, se así lo desea, su juguete preferido, algo que le sea familiar y le mantenga unido con su hogar.
- No prolongue las despedidas en exceso. Hay que transmitir seguridad al niñ@: lo que estás haciendo es lo mejor para él/ella.
- Al salir del colegio deberías dedicarle más tiempo al niñ@, jugando con é/ellal. Es bueno que descubra que lo que hace en el centro no es tan distinto de lo que hace habitualmente en casa. Anímale a compartir contigo las experiencias que aprende en el colegio. Y demuestra alegría y entusiasmo por sus progresos.
- Es conveniente que la madre o el padre vaya a llevarle y a buscarle. Eso le proporcionará seguridad. Y se acostumbrará antes al cambio.
-Habla con la profesora sobre tus dudas, sus inquietudes y sobre algún cambio observado en el niñ@.
- Infórmate sobre las actividades que están desarrollando en clase: fichas, canciones nuevas, estaciones del año, etc, para entender y potenciar sus adquisiciones.
- Nada de prisas por la mañana. Procura despertarle con tiempo para que desayune tranquilamente y se dirija sin agobios a la escuela.

        1.2 LA TIMIDEZ INFANTIL 

L@s niñ@s tímido@s se muestran muy afectuos@s y felices en su propio ambiente y con las personas que les son conocidas.
Es frecuente que, ante la presencia de una persona que no conoce, el niñ@ se retraiga y espere alejado, observando a esa persona, antes de volver a comportarse con normalidad.
También suele recurrir el niñ@ tímid@ a esconderse entre las piernas de su madre o a reclamar que le cojan en brazos.
El niñ@ se muestra, pues, miedos@ ante los desconocid@s, como por ejemplo un nuevo cuidador, o ante situaciones o ambientes nuevos, como la guardería.

Cómo ayudar al niñ@ tímido a vencer la timidez
•    El niñ@ debe acostumbrarse a lo desconocido siguiendo su propio ritmo. Es aconsejable que en estas situaciones el adulto permita que el niñ@ se esconda detrás de él o agarre su mano para que se sienta más segur@ y se dé cuenta de que no hay ningún peligro.
•    El niñ@ desarrollará una mayor confianza en sí mism@ si se le deja coger confianza con los demás a su ritmo, que si se le obliga cuando siente temor. El niñ@ que está acompañado por unos padres serenos, empezará a explorar poco a poco sus posibilidades, puesto que tiene un “puerto seguro” al que volver.
•    Estimulando al niñ@ a intentar alejarse, hacer cosas, establecer relaciones, se le dan alicientes para que explore lo desconocido sin temor. No hay que confundir el temor con la prudencia: el niñ@ tímid@ no es siempre el más prudente ni a la inversa. Por ejemplo, decirle: “Mira, ¿ves ese cochecito?. – Anda, tráemelo, que quiero verlo yo también” sirve para estimularle a salir de las faldas de la madre.
•    Ayudándole a que se vincule a diversas personas (familiares, puericultores de la guardería, canguros…) también se le ayuda a vencer la timidez, puesto que aprende que hay desconocid@s que, al igual que sus padres, son dignos de confianza.

Cómo NO se ayuda al niñ@ tímid@ a vencer la timidez
o    Forzándole a jugar con otros niñ@s, a besar a adultos desconocid@s, a quedarse sol@ con una canguro nueva…
o    Demostrando impaciencia o incomprensión ante sus dificultades.
o    Enfadándose cuando se aferra a Vd., gritándole, ridiculizándole, insultándole (“no seas tont@”) o pegándole.
o    Llamándole “bebé” cuando necesita su osito de peluche.

         1.3 PAPÁ Y MAMÁ SE SEPARAN

 Que cada día sea más frecuente el número de separaciones no supone que sea más fácil vivirlas o superarlas. La experiencia de la separación es, probablemente, una de las vivencias más devastadoras que puede vivir un adult@. A su vez, los hij@s sienten cómo el mundo seguro en el que vivían se desmorona y, bruscamente, descubren que son vulnerables. El entorno se vuelve amenazador y puede surgir miedo y ansiedad.
¿Existe una buena separación?
Es importante partir de la idea de que toda pareja puede fracasar y tiene derecho a separar sus vidas, pero también lo es no perder de vista que los hij@s de la pareja tienen derecho a seguir teniendo a sus padres del mejor modo posible.
Para que los hij@s puedan vivir una separación del modo menos traumático sería muy positivo tener presente <<el trío de las tres S>>: sinceridad, seguridad y serenidad.
•    Sinceridad. Es necesario decir la verdad a los niñ@s. Por pequeñ@s que estos sean, hay que explicarles lo que va a suceder: papá y mamá ya no van a vivir juntos.
La mentira no transforma la realidad, solo la retrasa y, con frecuencia, la empeora. Decir que papá se va de viaje y tras un mes de ausencia no dar explicaciones, solo ayuda a crear fantasías, a veces más destructivas. Decir que mamá está malita y se va a casa de los abuelos a curarse, no ayuda al niñ@ a superar la situación.
La verdad puede entristecer y ser muy amarga, pero nos permite enfrentarnos a ella, porque es real. La mentira nos confunde y nos trastorna porque no se puede vencer a un rival inexistente.
•    Seguridad. Ningún hij@ desea que sus padres se separen. Cuando esto sucede, provoca que <<tiemble la tierra bajo sus pies>>. Sin embargo, lo que más los asusta en realidad no es que sus padres ya no estén juntos, sino cuestiones como: ¿qué va a pasar conmigo a partir de ahora?, ¿cómo me va a afectar a mí esta situación?, ¿dónde voy a vivir?, ¿con quién?, ¿cuándo veré a mis abuelos o primos?, etc. Es muy positivo presentar a los hij@s un plan más o menos estructurado y, si es posible, que implique pocos cambios. Si ellos saben desde el principio con quién vivirán habitualmente y en qué casa, cuándo verán al otro progenitor, si tienen la certeza de que permanecerán en su centro escolar y de que podrán ver a sus dos familias, será mucho más fácil asumir la ruptura de los padres.
•    Serenidad. Tanto la pareja como los hij@s van a vivir un período emocionalmente muy inestable, lleno de tristeza y desasosiego.  Respecto a los hijos, cuando alguno esté triste, podemos simplemente abrazarle y decirle frases como: <<Sé que estás triste, es doloroso que papá/mamá y yo no estemos juntos; yo también estoy triste, pero seguro que, poco a poco, nos vamos a encontrar mejor>>. También se pueden dejar las palabras para otra ocasión, abrazarle con cariño y compartir su dolor.
¿Cómo decírselo a los hij@s?
El padre y la madre deben hablar con los hij@s y expresar con claridad que se va a producir una separación; explicarles del modo más comprensible para su edad que saben que con ello van a provocar un dolor a toda la familia y que lamentan hacerlo, pero que están convencidos de que el dolor sería mayor y más duradero si permanecen juntos. Es más positivo vivir con un padre o una madre separados, pero felices, que con los dos juntos, pero siempre enfadados y desdichados.
Sería bueno dejar que los hij@s expresen lo que sienten y permitirles que se manifiesten a su manera. Podrá haber llanto, reproches o hasta rabia. O quizá tan solo un desconcierto sin palabras. Poco a poco se irán produciendo las reacciones y los padres deben aceptarlas y acogerlas.
Algunos sentimientos de los niñ@s pueden hacerles daño
En algunos casos, la dificultad de los niñ@s para aceptar la realidad de la separación puede llevarles a formarse ideas falsas o inadecuadas sobre esta situación:
•   <<Es culpa mía>>. Es importante que los niñ@s entiendan que esa situación no tiene que ver con ellos, se trata de una ruptura de la pareja y no son culpables de nada.
•    <<Si ya no se quieren, quizá puedan dejar de quererme a mí>>. Los hij@s deben entender que se puede dejar de ser pareja, pero nunca se dejará de ser padre o madre. Hay que decirles que se los quiere igual que antes y que seguirán estando a su lado, aunque no siempre vivan con ellos.
•    <<Seguramente papá y mamá volverán a estar juntos>>. A veces, los padres plantean la separación como algo temporal pensando que es menos doloroso para sus hij@s; sin embargo, esto solo consigue que los niñ@s fantaseen con una reconciliación y no se enfrenten a la realidad. Cuanto antes lo hagan, antes superarán la situación y no tendrán que enfrentarse a nuevas decepciones. Se les puede decir algo como: <<Sé que te gustaría que mamá y yo volviéramos a estar juntos, pero eso no va a ocurrir; no debes preocuparte ya que siempre estaremos contigo y todos vamos a aprender a vivir esta nueva situación>>.
¿Cómo vivir el día siguiente?
La separación es una ruptura, <<una muerte>> del proyecto de pareja, y requiere un duelo. Se necesita tiempo para cerrar el capítulo de la vida que termina e iniciar una nueva etapa. Es un tiempo de cambio para todos. Los progenitores deben mantener un complicado equilibrio entre cuidarse a sí mismos y cuidarlos a ellos. Los niñ@s pueden ver a unos padres tristes y frágiles, pero no es bueno que los vean rotos y desesperados porque en vez de apoyarse en ellos, intentarán cuidarlos y protegerlos. Pueden ver a unos padres desorientados y confusos, pero no a unos padres completamente extraviados, porque entonces los hij@s intentarán tomar el control de la situación y no sabrán hacerlo. Los padres son los adultos, son los que han tomado esa decisión y deben cuidar de sus hij2s, acompañarlos y ayudarlos a superar ese duelo. Para ello tendrán que buscar algún apoyo y, en ocasiones, ayuda profesional.
No es una vivencia fácil, pero si se ponen grandes dosis de amor y generosidad será mucho más soportable para todos. Si los hij@s están en primer lugar, se evitará utilizarlos como arma arrojadiza contra la pareja, que actúen de mensajeros entre ambas partes o que asuman responsabilidades por encima de sus posibilidades. Hay muchas familias que han logrado vivir su separación de un modo sano y han ayudado a sus hij@s a superarlo del modo más positivo.

        1.4 LA MUERTE DE UN SER QUERIDO

La pérdida de un ser querido (padre, madre, hermano/a o abuelo/a) es una de las experiencias más trágicas que puede vivir un niñ@; sin embargo, no tiene que resultar necesariamente traumática. Si el duelo se elabora adecuadamente, este niñ@ se sobrepondrá a la pérdida y podrá volver a sentirse alegre y feliz.En todo este proceso será fundamental la actitud del adulto, es decir, del padre o de la madre que acompañe a su hij@ en esta experiencia. Será un momento difícil para todos, pero si el progenitor consigue vivirlo con serenidad y un cierto equilibrio, será mucho más fácil que su hij@ lo pueda asumir.
Algunas orientaciones podrían ayudarnos a acompañar a nuestros hij@s en el caso de que viviésemos esta situación:
  • Es importante decir la verdad. Muchas veces los padres pensamos que hay que proteger a los niñ@s de una noticia tan dura y contamos historias como un viaje, una enfermedad, etc. Los niñ@s captan perfectamente los cambios que se producen en el ambiente como consecuencia de una muerte dolorosa para la familia. Si pueden comprender esos cambios y participar en esa tristeza, será mucho más fácil para ellos superarlo. Si encuentran confusión, contradicción y engaños, les será muy difícil comprender lo que está ocurriendo y manejar sus sentimientos. La verdad duele, pero la mentira trastorna mucho más.
  • Quizá recién ocurrida la muerte sea un momento complicado para hablar con los niñ@s, pero no se debe demorar mucho. Habría que buscar un rato tranquilo y contar con claridad lo que ha sucedido. Podríamos usar palabras como: <<Tengo que contaros una noticia muy triste y dolorosa. Ya sabes que papá estaba muy enfermo y los médicos no han podido curarlo; papá ha muerto y ya no va a estar con nosotros>>.
Es mejor usar palabras claras como <<ha muerto>> y <<no lo vamos a ver más>> porque, aunque sean duras, los ayudan a comprender, dentro de las limitaciones propias de la edad, el significado de la muerte, ya que, de otro modo, pueden pensar que luego se despertará y todo seguirá como siempre.
  • La noticia de la muerte de alguien muy querido deben darla los padres. Si es de uno de ellos, será el otro progenitor quien se encargue de comunicárselo a los hij@s. Solo en el caso de que esta persona se encuentre excesívamente desequilibrada o depresiva se encargará otro familiar de hablar con ellos.
Es importante conseguir serenarse en lo posible; reunir a los hij@s y explicarles lo sucedido. Luego, se puede compartir con ellos la tristeza que se siente abrazándolos y llorando con ellos o bien, quedarse a su lado sin decir nada.
  • Hay que permitir que los niñ@s se expresen con libertad. Quizá lloren, quizá se enfaden o quizá no expresen nada. Si son muy pequeñ@s, es probable que no tengan ninguna reacción clara o imiten la de algún herman@ mayor. Hay que permitirles que expresen todo lo que sienten, aunque pudiese resultar agresivo o doloroso. Es bueno que manifiesten sus sentimientos, pero no tienen por qué hacerlo en el primer momento. Habrá que estar atento durante los días y semanas siguientes.
  • También los adultos pueden expresar con libertad sus sentimientos y manifestar la pena, pero sería conveniente que los hij@s no encuentren a su padre o su madre completamente desesperados y sin rumbo, porque ell@s necesitan sentirse seguros y saber que, aunque uno de los padres ya no esté, el otro va a seguir haciéndose cargo de ell@s.
  • Sería positivo tratar de volver a la normalidad lo antes posible. Deberían evitarse cambios drásticos de domicilio, de colegio y de amig@s o de las rutinas diarias, lo que permitirá al niñ@ sentirse segur@ en su entorno más inmediato.
  • A lo largo de los meses siguientes, y hasta cumplir un año, todo será nuevo para el niñ@. Se vivirá por primera vez la Navidad sin esa persona, su cumpleaños, las celebraciones familiares, las vacaciones… Serán momentos difíciles, pero no hay que evitarlos, al contrario, serán una excusa para recordar al familiar ausente con cariño y sentirse arropados por el resto de las personas que nos quieren.
Habrá que estar atentos a las reacciones del niñ@ y reflexionar con él/ella sobre los progresos que vamos realizando. Por ejemplo, se pueden hacer comentarios como: <<Este es el día en que nació mamá. Aunque la echamos de menos, estamos muy agradecidos por todo el tiempo que pasamos con ella y nos hizo tan felices…>>
Las reacciones de los niñ@s a lo largo de estos meses pueden ser muy variadas: problemas para conciliar el sueño, miedos, bajo rendimiento en la escuela, etc.
También es posible que aparezca rabia o enfado contra el progenitor que sigue viviendo o bien, sentimientos de culpabilidad en los niñ@s porque se sienten responsables de la muerte del ser querido. Cuanto más expresen lo que sienten, mejor se les podrá orientar.
Los niñ@s van a sufrir por la muerte del ser querido, pero si descubren que la vida puede seguir adelante, que ell@s siguen cuidad@s, querid@s y atendid@s, y que su familia vuelve a llevar una vida feliz, se podrán recuperar de esta pérdida de un modo más sano y maduro.



 2. CARACTERÍSTICAS DE LOS NIÑ@S DE 3 AÑOS










Los niños de 3 años necesitan una atención especial, puesto que es una etapa de su infancia crucial. Es el momento en el que los valores que se inculquen irán haciendo mella en el niño. 




¿Cómo son los niños y niñas de 3 años?

Desarrollo motriz

  • Permanecen poco tiempo quiet@s o desarrollando la misma actividad.
  • Suben las escaleras alternando los dos pies.
  • Son capaces de pedalear en un triciclo.
  • Aumentan y disminuyen la velocidad de la carrera.
  • Pueden lavarse y secarse las manos sol@s.
  • Manejan libros y pasan las páginas con facilidad.
  • Controlan mejor los trazos cuando dibujan o pintan.

Lenguaje

  • Empiezan a formar frases de 3 a 5 palabras.
  • Pueden plantear y responder preguntas del tipo: ¿Quién…? ¿Cómo…? ¿Dónde….?
  • Manejan un vocabulario de unas 1.000 palabras aproximadamente.
  • Saben comunicar sus deseos y necesidades, pero todavía no son capaces de mantener un diálogo.
  • Establecen monólogos y hablan consigo mismos.
  • Comprenden y reproducen relatos, cuentos, adivinanzas….

Conducta personal y social

  • Pueden seguir instrucciones simples.
  • Les cuesta mantener la atención en dos cosas a la vez.
  • Prefieren las actividades que implican movimiento.
  • Les gusta tocar, probar, oler y experimentar por su cuenta.
  • Pueden realizar pequeños encargos.
  • Son capaces de evitar algunos peligros, por ejemplo, tocar las cosas calientes.
  • Les cuesta distinguir entre experiencias reales e imaginarias.
  • Saben su nombre, identificándose como una persona frente a los demás.
  • Tienen reacciones emocionales extremas, pero de corta duración.
  • Les cuesta expresar sus sentimientos con palabras.
  • Disfrutan imitando a los adultos que les rodean.
  • Comienzan a jugar con otros niñ@s de su edad estableciendo relaciones de cooperación, pero todavía predominan los juegos en solitario.
  • Reconocen a las personas que forman parte de un grupo (aula, familia…) y distinguen entre comportamientos que les agradan y los que no.
  • Comienzan a utilizar normas sociales establecidas para relacionarse con los demás.



 
3. LA EDUCACIÓN DE LOS HIJ@S


       







         3.1 LA DIFÍCIL TAREA DE EDUCAR

Hoy vivimos en la sociedad del bienestar, una sociedad que se mueve, en general, en el discurso del progreso, del desarrollo y del consumo.
Hemos pasado de un mundo en el que la infancia apenas tenía hueco a un mundo en el que, en general, la infancia se ha convertido en el <<centro del mundo>>. Antes, al niñ@ casi no se le escuchaba y se le mandaba callar, sin embargo ahora es el niñ@ el que, en algunos casos, manda callar a todos y se convierte en el centro de la familia.
Está claro que la educación ha cambiado, como también la propia familia. Actualmente es más reducida, a veces monoparental, y pocas veces con más de dos hij@s. De familias en las que, al menos, uno de sus miembros estaba en casa hemos pasado a unas casas que, en muchos casos, están vacías hasta la tarde o con la presencia de cuidadoras. Está claro que ha habido cambios significativos en la educación.

        3.2 HIJ@S ÚNIC@S


Lo más común en cuanto al concepto de hij@ únic@ es que esté asociado con la extrema protección y la mala educación. Sin embargo hoy en día el panorama de esta situación está cambiando. Antes, el hij@ únic@ tenía fama de creerse el centro del universo, de ser egoísta, malcriado y rebelde. Hoy en día se ve el lado positivo de la situación. Se considera al hij@ como una persona normal, independientemente de que sea únic@ o no.
Son muchas las familias que tienen un sólo hij@ por diferentes razones. Por ejemplo, el tener sólo un hij@ le da a la madre más oportunidades para trabajar fuera de casa. Otro ejemplo, muchos padres no llegan a tener el número deseado de dos o tres hij@s debido a una ruptura anticipada matrimonial. También se ha de tener en cuenta, la infertilidad, que impide el nacimiento de más niñ@s. Y muchísimos casos más… ¿cuál sería el vuestro?

Tener sólo un hij@ tiene cosas positivas:
Por un lado, para las familias supone la mitad de preocupaciones y la mitad de gastos. Además es posible ocuparse mejor del hij@ y darle más oportunidades y facilidades en la vida. Se considera que el niñ@ vive con una carga menor de ansiedad pues no tiene que disputar el espacio ni la atención de sus padres. Lo que a la vez es un inconveniente porque el niñ@ no aprende a compartir.
El problema de crecer sin herman@s es que todas las expectativas y las exigencias familiares estarán puestas sobre él. Tal vez sea por eso que algunos estudios señalan que un hij@ únic@ crece con ideas de vencedor/a, debido a que sus padres proyectan en él/ella sus propias ilusiones y siempre le exigen dar lo mejor de sí mismo. El hij@ únic@ es el que sufrirá los miedos y equivocaciones de sus padres. No tendrá con quien compartirlas. Y además, puede que se aburran un poco más que lo normal. Pero nada es tan definitivo. Tanto los hij@s únic@s como los que tienen herman@s pasan por las mismas situaciones.
La preocupación mayor sobre el hecho de tener sólo un hij@ reside en los padres. Existe una inquietud en muchos padres por no querer dar excesos a su hij@ que le perjudiquen en lugar de beneficiarlo. Es muy fácil caer en la tentación de protegerlos en exceso, mimarlos, y mal educarlos, pero si lo que quieres es educarlos como se debe, es importante que sigas algunos consejos:

Consejos para educar al hij@ únic@:
- Evita ser demasiado absorbente con tu hij@.
- Busca no protegerle demasiado.
- Anímale a que siga sus propias inclinaciones.
- Respeta y acepta los defectos y fallos de tu hij@.
- Valora sus logros pero no lo elogies demasiado.
- No te olvides del afecto. Eso le dará seguridad.
- Regáñale o castígale cuando sea necesario y no te sientas culpable por ello.
- Combate la “soledad” de tu hij@ fomentando el contacto y sus relaciones sociales con otros niñ@s.
- Busca actividades deportivas y lúdicas en las que pueda competir y compartir experiencias con otros de igual edad.
- Evita a que tu hij@ esté siempre rodeado de adultos.
- La figura del padre representa un papel fundamental para el niñ@, pues él puede ayudar a que el hij@ no esté demasiado apegado a la madre.
- No seas posesivo(a) con tu hij@.
- Evita demasiado control sobre tu hij@. No le digas a todas horas: no toques, no hagas eso, te vas hacer daño, etc.
- Ayuda a tu hij@ a que solucione sus propios problemas, pero no a todos.
- Invita a los amiguit@s de tu hij@ a que vengan a jugar a vuestra casa y deja que tu hij@ se vaya también a la de ell@s.
- Deja que tu hij@ viva su infancia. No le trates como un adulto. Recuerda siempre que él/ella es un niñ@.
- Evita tratarlo como a un robot, haciendo todo lo que le digas. Ayúdale a que tome sus propias decisiones: qué ropa vestir, qué comer, etc. Pide su opinión. Hazle participar.

       3.3  EDUCAR PARA LA TOLERANCIA

Ya que la familia es el primer centro educativo de los niñ@s y la base de lo que marcará diversas actitudes, comportamientos, creencias y valores a lo largo de sus vidas, propondremos una serie de indicaciones para la puesta en práctica de conductas tolerantes en los niñ@s a partir de la interacción familiar.
La realidad de un mundo cada vez más globalizado en el que la diversidad de razas, de creencias religiosas, de diferencias de pensamiento y educación, se concentran en una misma ciudad o país, nos lleva a replantearnos la importancia que tiene el aprender a vivir con tolerancia.
Diferentes experiencias de vida resultan en diferentes tipos y niveles de tolerancia. La educación, la edad y las creencias religiosas son usualmente los indicadores más importantes de la tolerancia.
Así, educar a los seres humanos desde una edad temprana puede contribuir a inculcar valores que refuercen actitudes de tolerancia y disminuyan comportamientos intolerantes.
Los niñ@s necesitan interactuar y cooperar con personas distintas a ell@s con el objetivo de aprender a convivir en un mundo diverso. La igualdad, la tolerancia, y la empatía deben considerarse valores prioritarios de enseñanza dentro de cada familia.

¿Se debe enseñar la tolerancia?
Sí. La razón es que el enseñar tolerancia desde una edad temprana formará seres humanos mejor preparados para cohabitar en un medio ambiente cada vez más diverso. Hay que enseñar tolerancia debido a que ésta marca la frontera entre las buenas y las malas relaciones que puedan llegar a existir entre las personas. La tolerancia protege en contra de la discriminación y evita conflictos. También abre las posibilidades de cooperación entre grupos antagónicos. Es, al fin y al cabo, un camino hacia la civilidad y el respeto.
Nuestros consejos:
  • Preparar a los niñ@s para visualizar los malos entendidos como incidentes normales y superar las diferencias a través de la comunicación.

  • Cuando los niñ@s se encuentran dentro de contextos conflictivos, acompañarlos con el propósito de enseñarles a dirigir su comportamiento de acuerdo a la situación.
  • Iniciar y promover el proceso de aprendizaje y orientación originando situaciones en las que se ubique a los más pequeñ@s dentro de ambientes diferentes a los propios.
  • Informar a los niñ@s sobre las consecuencias de la tolerancia y la intolerancia.
  • Instruirlos en la posibilidad de tomar vías alternativas para la resolución de conflictos.
Educar para la tolerancia es responsabilidad de las escuelas, de los maestr@s, de los padres de familia y de la sociedad misma. El desarrollo de actividades en las cuales los niñ@s convivan constantemente con niñ@s diferentes a ellos, así como dentro de ambientes distintos al suyo, los guiará al aprendizaje de actitudes tolerantes.
Hay que tener muy en cuenta que cada niñ@ tiene una identidad propia y que como tal debe de ser respetada. Las escuelas forman parte del núcleo dentro del cual los niñ@s desarrollarán parte de esa identidad que reforzará su seguridad personal incrementando su capacidad para actuar con mayor tolerancia.
La tolerancia no es un valor que se aprende ni se enseña en un día. Es un trabajo constante a través del cual se intenta inducir a los niñ@s a vivir en un mundo más pacífico. Tanto las escuelas como los padres de familia cuentan con una responsabilidad crucial para la formación de niñ@s, adolescentes y adultos en el campo de la tolerancia; una enseñanza que los llevará a aprender a cohabitar dentro de la sociedad.
Con la tolerancia fomentaremos el diálogo y la comunicación. La misma, habla de crear ambientes armónicos en donde se atenúan situaciones conflictivas y se refuerza la posibilidad de lograr soluciones pacíficas. El aprender a comportarse con tolerancia significa contar con un talento invaluable. La tolerancia permite a los individuos a vivir con y a aceptar las diferencias. Ser tolerante con los demás significa aprender a ser tolerante con uno mismo, reconocer nuestra propia intolerancia, “ponerse en el lugar del otro”, respetar las creencias de cada persona, así como su individualidad.
La verdadera tolerancia está en uno mismo y en nuestra capacidad para evitar conflictos y crear situaciones y ambientes armónicos.

       3.4 ATENCIÓN Y PROTECCIÓN EXCESIVAS VS  DEMASIADO TIEMPO SOLOS.


Queremos proteger a nuestros hij@s de todo lo que sea peligroso para ell@s, pero cada vez consideramos peligrosas más cosas. Queremos que no sufran, que no se frustren, que no fracasen, que no se aburran… En ocasiones, los educamos como hij@s únic@s.
Quizá deberíamos pensar que no pasa nada porque nuestr@s hij@s de frustren o se sientan fracasad@s en algún momento. Esto es necesario para vivir y crecer. Crecer implica abandonar seguridades y esto da miedo y puede provocar angustia o dolor, pero es imprescindible. Nuestros hij@s pasarán necesariamente por malos momentos y, por eso, a veces tendrán épocas de pesadillas, enuresis nocturna o cualquier síntoma que refleje <<dolor>>.
No hay que pensar que estas situaciones los van a traumatizar para siempre; sencillamente van a crecer y madurar. Siempre que ello sea consecuencia de un proceso normal en su evolución, no debería inquietarnos más de la cuenta. Pero si estas manifestaciones son debidas a alguna otra causa, será necesario consultar con un especialista para recibir la información necesaria.
Siempre es preferible que los niñ@s hagan por sí mismos todo aquello que esté en sus manos. Y allí donde no puedan llegar sol@s, entonces estaremos nosotros para ayudarl@s, pero no antes. Debemos confiar en ell@s, creer que son capaces y pedirles esfuerzos. Si estamos atentos a todo y respondemos siempre a sus demandas, antes incluso de formularlas, estamos matando el deseo, estamos creando personas que desean poco. El mejor regalo que podemos dar a nuestros hij@s es procurarles afecto, atención y dedicación, transmitiéndoles el deseo de vivir con intensidad, de luchar por lo que quieren y disfrutar de ello. Y esta tarea, que perdura en el tiempo, ha de comenzarse desde que son pequeñ@s.
Al mismo tiempo, la sociedad de hoy exige unas jornadas laborales muy largas que dificultan mucho a los padres pasar tiempo con sus hij@s. Hay que descartar la idea de que volver tarde a casa porque se trabaja fuera significa que los hij@s están mal atendidos. A muchos padres su trabajo les exige volver a casa tarde y mantienen un cuidado y atención de sus hij@s estupendo, y lo hacen teniendo claros sus principios y valores y aprovechando el tiempo que comparten con ellos. Saben que no es tan importante el tiempo que se pasa con los niñ@s que la calidad de estos momentos. Aunque, desde luego, hace falta pasar tiempo con ellos porque si no, la tarea de educar resulta muy difícil.
Hoy vivimos a toda prisa, en muchas ocasiones volvemos a casa tarde, estamos cansados y lo que menos nos apetece es regañarlos porque se han portado mal, insistir en que coman verdura o en que tengan buenos modales.
Poco a poco se va dejando pasar y se va delegando esta función. La familia se plantea que es el colegio, o la cuidadora que se hace cargo de ellos por la tarde, quien tiene que asumir esa labor y piden cuentas a la escuela y a la sociedad, quizá llegando a dimitir un poco como padres y madres.
Es evidente que se comete un error. Los máximos responsables de la educación de los hij@s son los padres. El colegio, la cuidadora o los abuelos son una ayuda, una ayuda impostantísima, pero solo una ayuda.
Actualmente, es difícil encontrar tiempo para el diálogo, la escucha o el encuentro personal y, en ocasiones, cubrimos su ausencia acumulando cosas. Esto se refleja también en la educación que damos a los hij@s porque creemos que, cuanto más les demos, más felices serán. Así, escuchamos con frecuencia: <<¿Qué más quieren si tienen de todo, lo que yo nunca tuve a su edad?>>.
Creemos que tener todo lo material es lo mejor para ser feliz, pero ¿todo eso que les damos es lo que realmente quieren y necesitan?
A veces intentamos compensar la atención <<psicológica>>, profunda, de verdadera calidad, con todo lo que les compramos o gastamos en ellos. Sin embargo, nada es mejor que la cercanía y el cariño.

       3.5 LA TELEVISIÓN Y L@S NIÑ@S.

Según un estudio realizado por el Seminario de Didáctica de la Facultad de la UNED, los españoles pasamos una media de 2 horas y 45 minutos al día ante el televisor y algunos niñ@s, todavía más tiempo. La televisión se ha convertido en una de las más poderosas herramientas de ocio, por ello es muy importante que los padres sepan ayudar a sus hij@s a utilizarla de forma positiva y útil; que sepan aprovechar la información, que los entretenga y también que consigan apagarla cuando sea necesario.
No se puede negar que la televisión tiene efectos muy positivos en la sociedad como instrumento de información y formación de sus espectadores, en especial para los niñ@s y adolescentes, ya que presenta unas características especiales:
  • Las imágenes consiguen captar su atención profundamente.
  • Aprenden con ella. Desde muy pequeñ@s van aprendiendo palabras, gestos, movimientos… y van desarrollando su capacidad para pensar y razonar.
  • Cuando son más mayores les ofrece conocimientos sobre cosas inaccesibles para ellos, países lejanos, avances tecnológicos, procesos históricos…
  • La televisión en vivo confiere a los acontecimientos una dimensión de inmediatez que estimula el interés y curiosidad de pequeños y mayores.
  • Los entretiene, los ayuda a despertar la imaginación dando vía libre a su creación personal.
  • También los ayuda a identificarse con personajes de un cuento o una película permitiéndoles vivir <<vidas, situaciones… más allá de las propias>>, lo que en muchas ocasiones los ayuda a vencer sus propios conflictos y dificultades, al igual que el juego.
Pero, ¿todo es positivo en la televisión?


  • No todo lo que se ve en la televisión es adecuado para los niñ@s, incluso aunque sean dibujos animados.
  • El niñ@ es dinámico y necesita de este dinamismo para su desarrollo motriz e intelectual. La televisión lo mantiene inmóvil demasiado tiempo y le resta horas de juego y diversión con sus herman@s o compañer@s.
  • Su uso indiscriminado impide el desarrollo del sentido crítico, de la creatividad y de la imaginación.
  • La televisión crea estereotipos y modelos; el del consumo feroz es, posiblemente el más difundido.
  • Dificulta que surja la afición a la lectura, incluso en los más pequeñ@s que tan solo observan los dibujos o reconocen algunas letras.
Podemos decir que son muchos los aspectos positivos que presenta la televisión para nuestros hij@s y hay que aprovecharlos. Pero también es importante que sepan apagarla y que escojan otras posibilidades, como jugar, leer, practicar deporte o pasar un rato con los amig@s y la familia. Si siempre prefieren la televisión al resto de las opciones, habrá que preguntarse la causa.

        3.6  LOS LÍMITES Y LAS NORMAS.

Sería estupendo lograr que las normas y los límites se asumieran de modo instantáneo, ya que la tarea de inculcarlos consume mucho tiempo y energía. Sin embargo, la inmediata obediencia a unas normas funciona igual de mal que las dietas rápidas: quizá de momento den algún resultado, pero este no es duradero.
Con el comportamiento ocurre lo mismo. Es necesario que los cambios se produzcan lentamente, que las conductas adecuadas se vayan logrando poco a poco para que, finalmente, perduren. Sólo si se educa a los niñ@s día a día, desde que son pequeñ@s, y nos convertimos en modelo de conducta para ellos, conseguiremos que interioricen y asuman las normas.
¿Qué se pretende con las normas?
Con ellas, se intenta establecer límites a la conducta y fijar reglas de convivencia encontrando las medidas que ayudan a desarrollar el autocontrol.
Los niñ@s, al nacer, no saben controlar nada de lo que sucede a su alrededor. Poco a poco deben aprender a hacerlo para convertirse en personas independientes, responsables, felices y en miembros adaptados a la sociedad en la que viven.
Por suerte esto no deben lograrlo de la noche a la mañana, sin en un largo período de años. El tipo de autocontrol que enseñemos a nuestros hij@s irá evolucionando a medida que vayan creciendo.
Evidentemente, poner normas es distinto que castigar. El objetivo de las normas es enseñar a los niñ@s a hacer las cosas bien, mientras que el objetivo del castigo es enseñarlos a no hacer las cosas mal.
El castigo será un medio concreto y esporádico para lograr educarlos, pero siempre irá unido a poner límites, a darles responsabilidades, a estimular su amor propio, a enseñarlos a enfrentarse con los problemas y a resolverlos, a enseñarlos a decidir…
Poner normas y límites a los hij@s es un acto de amor, ya que exige mucha entrega y dedicación –es evidente que es mucho más cómodo permitirles hacer todo aquello que desean y no discutir con ellos-. Esta tarea requiere serenidad para ser firmes sin humillarlos o agredirlos y esto supone un esfuerzo por nuestra parte, pero todo el trabajo que le dediquemos a los hij@s en los primeros años de vida será tiempo ganado para el futuro.
A veces comienzan las preocupaciones cuando llega la <<temida adolescencia>> sin saber que, si comenzamos esta labor en los primeros años de los hij@s, estaremos creando los hábitos que necesitan para lograrlo. Además, hemos de aprovechar que a estas edades tempranas adoran a los padres, desean estar con ellos y escucharlos, lo que favorece la creación de buenas relaciones.
Las normas son necesarias.
No se puede educar sin límites, sin normas. Desde que el niñ@ nace vivirá limitaciones y frustraciones; los padres deberán decir <<no>> muchas veces, lo cual supone una implicación continua y un esfuerzo permanente. En ocasiones, decir <<no>> supone arruinar el único rato que se pasa en familia al final del día o estropear el clima relajado de una tarde de sábado. Pero es imprescindible; no podemos renunciar a darles esa formación que les permitirá adaptarse a una sociedad con sus propias normas y sentirse integrados con ella.

¿Cómo deben ser las normas?

•     Sensatas. Deben respetar la dignidad y los sentimientos de los niñ@s.
•     Racionales. Los niñ@s deben comprender el sentido de las normas.
•     Concretas. Los niñ@s deben saber exactamente qué se espera de ellos al cumplir esa norma.
•    Educativas. No sólo deben indicar lo que no se puede hacer sino, fundamentalmente, lo que sí se debe hacer.
•    Fijas. Deben permanecer en el tiempo, no pueden ser arbitrarias o caprichosas, ni pueden depender del estado de ánimo de los padres, de la prisa o del cansancio que tengamos.

¿Cómo conseguir que se cumplan las normas?

•    Poner el menor número posible, sólo las imprescindibles. Si tienen una lista interminable de normas, no podrán recordarlas.
•    Dejar que los niñ@s intervengan a la hora de fijarlas. No significa hacer lo que ellos quieran, pero si ell@s opinan y toman parte en fijar los límites, les resultará más fácil cumplirlos.
•    Explicar siempre a los niñ@s el sentido de cada norma. Deben entender que esa norma los protege o los ayuda.
•    Saber que las normas deben cumplirse y, si no es así, tendrán que afrontar la responsabilidad de no hacerlo. Es necesario que sepan exactamente qué les sucederá si no la cumplen y cómo harán sentir a los demás cuando se saltan los límites.

Para que se cumplan las normas, el padre y madre o tutores deben estar de acuerdo y hacer un frente común. Si los niñ@s descubren discrepancias, sabrán cómo obtener beneficio de ello. Tampoco resulta eficaz recurrir a los gritos como forma habitual de imponer los límites. En caso de ser los niñ@s los que recurren a gritos, pataletas o ruegos no se puede ceder al chantaje y cumplir sus deseos, porque quizá se calme la situación por un tiempo, pero, a la larga, se volverán más exigentes y caprichos@s.
Conseguir que nuestros hij@s respeten las normas y límites es una tarea larga y constante que requiere paciencia y decisión. Sin embargo, con toda seguridad, merece la pena y terminará dando su fruto.

       3.7 CÓMO FAVORECER LA AUTOESTIMA EN L@S NIÑ@S.

Llamamos autoestima a ese conjunto de sensaciones que se dan en la persona y contribuyen a que ésta se valore a sí misma de forma positiva, a que se sienta merecedora de respeto, de felicidad, de amor.
La autoestima es un ingrediente fundamental para el desarrollo de la independencia y para todo tipo de aprendizajes. Es, por eso mismo, una de las claves en el desarrollo de los niñ@s de 1 a 3 años.
La forma en que el niñ@ se percibe a sí mism@ influye de gran manera en la forma en que se relaciona con los demás y en el tipo de vínculos afectivos que establece con las personas de su entorno. Un niñ@ con buena autoestima no necesita estar llamando la atención con su mal comportamiento.
La autoestima va naciendo en el niñ@ cuando se siembra amor y comprensión en su entorno. El amor incondicional de los padres al niñ@ sirve de modelo para su propia autoestima.
Para enriquecer la autoestima de un niñ@ conviene:
1. Tratar al niñ@ de forma personalizada, diferenciándole de otr@s niñ@s, incluso de sus propios herman@s. Un recurso es, por ejemplo, el de recordar al niñ@ aquellas cosas que, en una situación concreta, llamaron su atención.
2. Tomar en serio los deseos y temores del niñ@, así como sus logros y su curiosidad. Los niñ@s empiezan a sentir miedo en torno al segundo año. A pesar de que el miedo de los niñ@s se presente bajo la forma de monstruos o seres imaginarios, a menudo es mucho más intenso de lo que recordamos de adultos.
En contra de lo que mucha gente cree, consolar a los niñ@s cuando sientan temor, aunque este sea “injustificado”, les ayudará a superarlo y ello incrementará su autoestima.
3. Animar al niñ@ a emprender actividades, mediante frases positivas que demuestren apoyo y confianza, tales como: “Sé que tú puedes hacerlo”, “ya verás como si lo intentas lo consigues”… etc. Consolar al niñ@ si no ha conseguido lo que se había propuesto.
4. Alabar al niñ@ no sólo cuando las cosas salen bien, sino también por haberlo intentando. Es importante valorar el esfuerzo de los niñ@s, en sí mismo, para que ellos aprendan a valorarse a sí mism@s.
Para incrementar la autoestima de los niñ@s NO se debe:
1. Rechazar e ignorar a los niñ@s por sistema. Es probable que, en algunas ocasiones, nos agotemos de las constantes preguntas y reclamos de atención de nuestros hij@s. Entonces, suavemente, trataremos de dirigir su atención hacia algún entretenimiento que nos permita descansar sin que, por ello, nuestro hij@ se sienta desatendido.
2. No tomar en serio los deseos o miedos de los niñ@s, ya sea porque nos parezcan “ridículos”, carentes de importancia, o por cualquier otro motivo. Consolando a nuestro hij@ cuando sienta miedo o frustración le ayudamos a sobreponerse y, de ese modo, enriquecemos su seguridad y autoestima.
3. No atender sus preguntas, no escuchar a los niñ@s. Mantener con los niños, por sistema, este tipo de actitud, les dará a entender que sus inquietudes carecen de importancia, volviéndoles poco aptos para comprenderse a sí mismos y, por tanto, más inseguros.
4. Compararles con otros niñ@s, o con sus herman@s, cuando algo no les salga como nosotros esperábamos. Con los niñ@s es menester tener muy presente que están aprendiendo y que, en vistas a ello, se tienen que equivocar. Si, ante cualquier fallo, les echamos en cara que no han conseguido lo que se proponían, lo más probable es que renuncien a intentarlo por miedo a las consecuencias de un posible fracaso.
5. Utilizar con los niñ@s, que son en general más sensibles que nosotros, frases como “déjame en paz”, “ahora no”, “vete, deja ya de molestarme”, “eres tont@”. Este tipo de trato despectivo no hace más fuertes a los niñ@s. Muy al contrario, mina terriblemente su confianza en sí mism@s, volviéndoles ineptos para lidiar con sus propios sentimientos.

       3.8 LA INDEPENDENCIA DE L@S NIÑ@S.

Uno de los aspectos más llamativos en el desarrollo emocional de los niñ@s de 1 a 3 años, es la búsqueda de independencia. En este período, los niñ@s quieren demostrar que son capaces de cuidar de sí mism@s y hacer las cosas “solos”.
El ansia de independencia del niñ@ de 1 a 3 años se refleja en pequeños gestos. Por ejemplo, los niñ@s que ya hayan aprendido a andar, o a subir las escaleras, rechazarán la mano del adulto y se empeñarán en subir “sol@s”. El “yo sol@” se convierte, entre el primer y el segundo año, en la réplica habitual de muchos niñ@s.
Para los niñ@s, saberse independientes es importante porque les aporta seguridad en sí mism@s. Favorecer la independencia de los niñ@s es aconsejable pues, de ese modo, les ayudamos a afrontar los posibles cambios en la rutina durante la infancia: nuevo herman@, cambio de cuarto, cambio de casa o cole, paso de curso….
Además, el sentirse más segur@s de sí mism@s vuelve a los niñ@s más aptos para el aprendizaje y, en general, les aporta una base de estabilidad que les será de gran utilidad a lo largo de su vida.
La  búsqueda de independencia es, pues, una de las características de los niñ@s de 1 a 2 años, sean por naturaleza más independientes o más retraidos. El entorno o el tipo de educación, entre otros factores, también influyen en que el niñ@ llegue a ser más o menos autónom@.
5 claves para favorecer la independencia de los niñ@s:
1. Dar nombre a los deseos y las emociones de los niñ@s
Cuando damos nombre a los deseos y emociones del niñ@, le ayudamos a comprenderse a sí mismo a la vez que adquiere los medios para comunicarse. Por ejemplo, si un niñ@ tiene una rabieta, en lugar de limitarnos a consolarle o regañarle, podemos favorecer su futura autonomía preguntándole si siente rabia, o miedo, o celos…
2. Dar respuestas claras a los niñ@s
A menudo los niñ@s se limitan a lanzar una mirada para saber si algo que han hecho o se disponen a hacer está bien o mal. Dar una respuesta clara, bien sea de estímulo o de lo contrario favorece la independencia del niñ@, puesto que le ayuda a comprender los límites. Por ejemplo, si el niñ@ arroja algo al suelo y nos dirige una mirada interrogante, debemos responderle con palabras que eso no está bien y que debe recoger lo que ha tirado.
3.  Animar e incentivar a los niñ@s
Animar e incentivar a los niñ@s cuando intenten llevar a cabo alguna tarea, al margen de cuales sean los resultados, favorece su seguridad en sí mism@s. Si tu hij@ está intentando, por ejemplo, montar un puzzle , anímale a que lo acabe y luego felicítale. Es importante que valores su esfuerzo.
4. Permitir a los niñ@s tomar decisiones
Permitir a los niñ@s tomar decisiones sobre sí mism@s y ciertos aspectos de su rutina incrementa enormemente su independencia. A este respecto, es fundamental poner límites claros. El niñ@ puede decidir si ducharse o bañarse, si ponerse este o aquel abrigo… pero no debemos permitir que salga a la calle sin abrigo, o que deje de de cenar, por capricho.
5. Negociar con los niñ@s
Razonar con los niñ@s cuando se le va a responder con un “no” les ayuda a madurar, a controlar sus impulsos y, por tanto, a ser más autónomos. Negociar con los niñ@s, estar abiertos a sus peticiones, no significa que les estemos malcriando. A menudo, les estamos facilitando las herramientas para que, en el futuro, sepan por sí mism@s qué es lo que más les conviene.
Para favorecer la independencia de los niñ@s NO conviene…
1. Desanimar a un niñ@ cuando intenta hacer algo
Afirmaciones del tipo: “eres demasiado pequeñ@”, “te vas a caer”… no ayudarán a tu hij@ a convertirse en una persona autónoma. A algunas madres les cuesta controlarse, pues temen por la seguridad de su hij@. Sin embargo, es natural que los niñ@s jueguen, se ensucien y, a veces, se hagan alguna magulladura.
2. Hacer las cosas en lugar del niñ@
A los niñ@s acostumbrados a que les vistan, les den de comer, les lleven las cosas… de mayores les costará más cuidar de sí mism@s.
3. Responder siempre que no
Responder NO, por sistema, a casi todas sus demandas, contribuye asimismo a minar la independencia de los niñ@s.
4. Ceder a sus caprichos
Cuando un niñ@ llora porque se le ha negado un permiso, regalarle un juguete o una golosina, o consolarle de inmediato para que deje de llorar, es negativo pues impide al niñ@ comprender lo que ha ocurrido. Esto, en el fondo, le producirá inseguridad.



 
4. INQUIETUDES DE LOS PADRES Y MADRES


         



      
        4.1 LA MÚSICA Y L@S NIÑ@S



Desde edades muy tempranas, los niñ@s pueden aprender a escuchar música. Para hacer la prueba, podemos elegir una pieza lenta y bailar con ell@s con movimientos pausados y después, cambiar, poniendo un ritmo más rápido y trotando con ell@s. Veréis qué divertido es tanto para ell@s como para vosotr@s.
Los ritmos combinados con letras de canciones sencillas beneficiarán en gran medida a los niñ@s a desarrollar destrezas del lenguaje. Sería ideal procurar tener en casa material musical infantil para compartir con los más pequeñ@s. Y también, por ejemplo, los CD’s de canciones infantiles para los paseos en coche resultarán útiles para estimular la memoria de los niñ@s. Disfrutaremos mucho con ell@s representando, cantando, bailando, tarareando, etc.
Os aconsejamos que este material musical infantil siempre será mejor si contiene música educativa (que mencionen nombres, colores, números, letras, etc.). Es importante que se combinen los versos rítmicos para estimular a l@s pequeñ@s y que ést@s se fijen tanto en la música como en la letra de la misma.
Una idea que os damos: las fiestas de cumpleaños pueden llegar a ser animadísima si preparáis algunos juegos musicales para los pequeñ@s invitad@s. Podemos crear juegos que les propongan que bailen deprisa o despacio, enseñarles el ‘juego de la silla’, canciones populares, incluso nanas de cuando vosotr@s, familiares, también erais niñ@s, etc. Todo ello, evidentemente, al nivel que se adecúe a la edad de los pequeñ@s y para que todos participen.

       4.2.¿ES NORMAL QUE L@S NIÑ@S PEGUEN?

Lic. Gabriella Servetti
Psicóloga
Terapeuta Cognitivo-Comportamental
Orientación a padresEnlace web 









      4.3 ¿QUÉ HACER SI NUESTR@ HIJ@ NO COME?
    Enlace: salud.com 

        4.4 LAS MALAS COSTUMBRES EN L@S NIÑ@S
 ¿Cómo un niñ@ adquiere un mal hábito?

Muchos padres no saben qué hacer para que sus hij@s abandonen alguna mala costumbre como morderse las uñas, chuparse los dedos, hurgarse la nariz, decir palabrotas, etc. Y muchos de ellos tienen razón en preocuparse ya que algunas costumbres que se inician en la infancia, pueden conservarse luego en la edad adulta. Además, por detrás de cada mala costumbre existe algo que puede justificarla. Es decir, que el mal hábito puede ser apenas una forma que el niñ@ tenga de expresar algo que le esté molestando.
Es necesario estar atento y, siempre que sea posible, se debe cortar lo malo de raíz. Pero sin agobios ni ansiedades, porque en este caso los resultados pueden no ser nada buenos. Con paciencia, determinación y mucho cariño, todo se soluciona para el bien de los niñ@s.
Según un gran número de pediatras, no todas las manías o actos repetitivos son motivo de preocupación. Depende de la edad del niñ@, de las circunstancias y de la frecuencia con que aparezca el mal hábito. A veces, sencillamente se trata de gestos que pertenecen a su lenguaje corporal.
Existen algunos motivos por los que un niñ@ empieza a repetir una mala acción. Una de las vías para adquirir un mal hábito es la imitación. Los niñ@s, principialmente los más pequeñ@s, aprenden imitando. En casa, los niñ@s imitan a sus padres y/o herman@s. En la escuela, a sus compañer@s. Por ejemplo, si un niñ@ convive con alguien que guiña los ojos cada dos por tres, es probable que con el tiempo llegue a imitarlo e inconscientemente se inicia un mal hábito. Lo mismo ocurre si los padres de este niñ@ están diciendo palabrotas todo el día. ¿Cómo querrán ellos que su hij@ no aprenda lo mismo? Hay que introducir buenos hábitos en la vida de los niñ@s, y todo empieza en la familia, en la casa. En el ejemplo.
Otra vía de adquisición de un mal hábito puede tratarse de señales que el niñ@ emite cuando no encuentra ni tiene palabras para expresar lo que siente o lo que le preocupa. Acaban comunicándose a través de alguna mala costumbre. Adquieren un mal hábito para llamar la atención. Es probable que, en estos casos, el niñ@ se desahogue en una mala acción que se convertirá, en muchos casos y con el tiempo, en un mal hábito.
La mayoría de nosotros no sabemos qué hacer para controlar un mal hábito. Nos preguntamos si el niñ@ lo hace a propósito o si lo hace porque le ocurre algo. Normalmente suele ser algo pasajero, pero, ¿y si realmente se trata de un problema? Debemos tener en cuenta que en algunos casos aislados, el hábito deja de ser un hábito y pasa a ser el resultado o la causa de un problema físico o psicológico.
Por ejemplo: si un niñ@ se muerde las uñas todo el tiempo, podrá desarrollar infecciones. O, si el niñ@ es objeto de burlas en el ‘cole’, o tiene dificultades para hablar porque no se saca el dedo de la boca, su comportamiento va más allá del simple hábito. Si un mal hábito se produce con tanta frecuencia que se convierte en un comportamiento obsesivo y que afecta a las relaciones sociales del niñ@ interfiriendo en su funcionamiento diario, os recomendamos que consultéis a vuestro pediatra o a un profesional especializado.
Algunos consejos.
Para esa gran mayoría de hábitos que desaparecen con el tiempo existen algunos pasos para tratar de evitarlos:
  • Di claramente a tu hij@ qué es lo que no te gusta de su comportamiento. Ejemplo: “No me gusta cuando te muerdes las uñas. No está bien. ¿Podrías intentar dejar de hacerlo?
  • Evita regañar o castigar a tu hij@. No lo dejes en ridículo ni lo critiques. Esto sólo puede conseguir que el comportamiento empeore.
  • Anima a tu hij@ a que abandone esta mala costumbre. Ofrécele alternativas. Cuéntale de forma positiva cómo sería si dejase a un lado su mala costumbre.
Recompensa y premia a tu hij@ cuando demuestre autocontrol. Del mismo modo que los hábitos tardan tiempo en desarrollarse, llevará tiempo (tres semanas o más) sustituirlos por otro comportamiento alternativo. Paciencia.
      4.5 LA IMPORTANCIA DEL JUEGO

L@s niñ@s tienen pocas ocasiones para jugar libremente. A veces, consideramos que “jugar por jugar” es una pérdida de tiempo y que siempre deberían aprovechar para aprender algo útil jugando.  Sin embargo, por medio del juego, los pequeñ@s empiezan a comprender cómo funcionan las cosas, descubren que existen las reglas de causalidad, de probabilidad y de conducta que deben aceptarse si quieren que los demás jueguen con ell@s.
Los juegos de los niñ@s deben considerarse como sus actos más serios. El juego espontáneo está lleno de significado porque surge con motivo de procesos internos que, aunque nosotr@s no entendamos, debemos respetar. Si se desea conocer a los niñ@s -su mundo consciente e inconsciente- es necesario comprender sus juegos. Observándolos descubriremos sus adquisiciones evolutivas, sus inquietudes, sus miedos, aquellas necesidades y deseos que no pueden expresar con palabras y que encuentran salida a través del juego.

Juego y desarrollo intelectual.
Los niñ@s empiezan a usar símbolos desde muy pequeñ@s repitiendo actuaciones que han visto en adultos, representando sucesos que han vivido o imitando el funcionamiento de determinados objetos.
En ese imitar del niñ@ se produce la asimilación de las situaciones y relaciones que observa en el mundo que le rodea. Parte de modelos concretos para, más adelante, llegar a la concentración.
La función simbólica es una meta para la representación común al juego y a otras actividades humanas como el lenguaje. Cuando falla la adquisición y utilización de la función simbólica (afasia, autismo, deficiencia mental…) se advierte la importancia de la misma en la maduración personal y la necesidad de potenciar en la infancia la práctica del juego espontáneo para que puedan lograrse los niveles adecuados en cada etapa evolutiva.

Juego y personalidad.
A veces, determinadas dificultades, que quizá parecen insuperables para el niñ@, pueden hacerse frente por medio de los juegos, siempre que se aborden a su modo y planteando de uno en uno los aspectos del problema.
En el juego se da una adaptación entre lo imaginable (todo es posible) y lo permitido (reglas de conducta), en la que el niñ@ tiene tiempo de aprender lo que es factible y correcto mientras permite una salida airosa a sus impulsos.
El juego es una actividad imprescindible.
- El juego es necesario para el desarrollo intelectual, emocional y social.
- Permite tres funciones básicas de la maduración psíquica: la asimilación, comprensión y adaptación de la realidad externa.
- Exige ofrecer al niño el tiempo y los medios favorables para que lo pueda realizar a su modo.
- Favorece las adquisiciones sociales tempranas, las habilidades de comunicación social. Es una preparación para la vida adulta.
- Como conducta exploratoria, impulsa la creación de campos de acción y la creatividad.
- Tiene un sentido para el niñ@. Cuando se le interrumpe cualquier juego, se le priva del desenlace de un argumento creado por él mismo con una finalidad que no siempre alcanzamos a comprender.


     4.6 PESADILLAS NOCTURNAS

Cerca de los dos años, las pesadillas y los terrores nocturnos comienzan a alterar el sueño de algunos niñ@s. ¿Qué hacer para prevenirlos? ¿Cómo disiparlos? Aquí, algunos consejos para saber cómo reestablecer el hábito del buen dormir... para continuar el artículo pincha en el enlace  materna.com

     4.7 RABIETAS Y CONDUCTAS AGRESIVA

Durante su segundo año de vida, algun@s niñ@s dan muestras, en ocasiones, de un comportamiento desafiante o agresivo.
Se muestran excesivamente posesiv@s y desean controlar todo lo que ocurre a su alrededor. Cuando no lo consiguen, se enrabietan o se comportan de forma violenta, dando patadas o mordiscos.
¿Cómo corregir la agresividad de los niñ@s?
•    Dejando clara la norma: no se puede pegar a otras personas.
•    Sujetándole con fuerza si es preciso para impedirle cualquier agresión.
•    Repitiendo el mensaje con claridad y serenidad.
•    Si inicia un juego violento, se deben introducir cambios para que vaya disminuyendo el ritmo.
•    Para enseñarle a contener sus impulsos agresivos, los padres deben darle ejemplo manteniendo la calma durante sus episodios de agresividad.
•    Alabar al niñ@ con tendencia a la agresividad cuando, habiendo estado con otr@s niñ@s, no ha demostrado un comportamiento violento.
•    Los niñ@s agresiv@s suelen tener mucha energía y en muchos casos la agresividad es una manera de quemar la energía que tienen acumulada. Resulta aconsejable proporcionar al niñ@ más actividad física mediante juegos y juguetes que estimulen su movimiento.
Cómo NO se corrige la conducta agresiva en los niñ@s
•    En ningún caso es recomendable corregir ese comportamiento pegando o castigando de manera agresiva al niñ@. Pues sólo se consigue que aprenda que esa es la manera de actuar cuando no le gustan las acciones de los otr@s niñ@s, reforzando así su agresividad.

      4.8 LOS CELOS INFANTILES














Desde el punto de vista de la psicología del desarrollo, la mayoría de los investigadores afirman que los celos infantiles no aparecen antes del primer año y medio de la vida,(18 meses) prolongándose durante toda la primera infancia hasta alrededor de los siete años.
Las manifestaciones de un comportamiento celoso varían mucho de unos niñ@s a otr@s, en función de cual sea su modo de ser, de la edad, el contexto, y las situaciones en las que se dan los celos, el tipo de relaciones que el niñ@ tenga con sus padres, etc.
Dichas manifestaciones expresan la existencia de un conflicto que es preciso resolver con urgencia, dado lo mucho que el niñ@ tiene que perder sino se soluciona.
Muchas de estas manifestaciones indirectas de la conducta celosa (rabietas, protestas, rechazos de comida, vómitos, lloriqueos, enuresis, etc ) son ellas mismas desajustadas. Pero gracias a esas conductas desajustadas los padres descubren el comportamiento celoso  de sus hij@s, comportamiento que sería ignorado si no fuera acompañado de alguna de estas manifestaciones.
Los celos infantiles se basan en que un niñ@ no entiende muy bien el por qué ha de compartir con otro niñ@, persona, herman@, etc. cuando hasta entonces era todo suyo.
Aquí os proponemos una serie de orientaciones, consejos:
A EVITAR
- No debemos hablar de los celos a alguien cuando el niñ@ esté presente.
- Los gritos y las descalificaciones.
- No hacer comparaciones ni dar privilegios.
- Tomar en cuenta las conductas propias del niñ@ (no enfadarse con el niñ@ por la conducta que tome).
A REALIZAR
- Valorar al niñ@ más todavía que antes para aumentar su autoestima con el fin de que pueda superar algunas situaciones en las que se encuentre en desventaja.
- Promover un clima de sosiego y tranquilidad en todos los momentos posibles.
- Crear situaciones en las que pueda colaborar él/ella también y no dejarl@ de lado en ningún momento.
- Educar a los hij@s en el control de sus emociones: aprender a soportar pequeñas frustraciones, alegrarse del éxito de los demás, responder con tranquilidad ante situaciones adversas,  enseñarle a aceptar sus incapacidades y dificultades con optimismo.

       4.9 HIPERACTIVIDAD






Mi hij@ no <<para quiet@>>, ¿será hiperactiv@?
Parece que una gran cantidad de los niñ@s de hoy en día sufren hiperactividad y déficit de atención. ¿Será esta <<la plaga>> de nuestro tiempo?
Expresiones como <<este niñ@ no para quiet@, se levanta mil veces mientras está comiendo, no se concentra en ninguna actividad, parece que nunca escucha y no se entera de nada, es muy impulsiv@…>> son quejas que oímos con frecuencia, pero eso no significa que tod@s est@s niñ@s sean realmente hiperactiv@s. A veces l@s niñ@s son inquiet@s, muy activ@s, curios@s o incluso impulsiv@s, pero no hiperactiv@s. La falta de atención puede deberse a muchas razones; hay que descubrir las causas y resolver sus conflictos y, tal vez, sea necesaria una psicoterapia para conseguir superar este problema.
Los niñ@s con hiperactividad suelen tener los siguientes síntomas: torpeza motora, dificultades de aprendizaje y trastornos emocionales. Y como consecuencia de estos síntomas primarios, suelen aparecer otros secundarios como ausencia de control de los impulsos, inquietud constante y cambios continuos de actividad.
¿Qué puedo hacer si mi hij@ tiene este tipo de problema?
• Lo primero que deberíamos hacer los padres cuando detectamos alguna dificultad en nuestros hij@s es darnos un tiempo para aceptarlo y asumirlo. Cuanto antes lo hagamos, antes podremos empezar a poner medios para solucionarlo.
• Determinar con exactitud el problema acudiendo a los especialistas. Es necesario hacer un diagnóstico correcto para saber qué le ocurre al niñ@.
¿Y qué podemos hacer los padres cuando se diagnostica el trastorno?
Aceptar la situación y no enfrentarnos a nuestro hij@ por su comportamiento. No actúa así porque quiere, sino porque no puede hacerlo de otro modo.
Tener mucha paciencia y serenidad.
Manifestarle mucho cariño y compresión y hacerle sentir que, juntos, vamos a conseguir superar las dificultades.
No permitir ni justificar cualquier comportamiento. Ser hiperactiv@ no autoriza a ser desconsiderad@, agresiv@ o violent@. Debe conseguir respetar a los demás.
• Destacar los valores y virtudes valorando los avances que consiga, por pequeños que sean.
• Crear ambiente positivo, tranquilo y ordenado en casa que le permita crear rutinas y hábitos diarios.
• Establecer límites y normas claras para el niñ@, y recordárselas con frecuencia.
• Favorecer la práctica de algún deporte o ejercicio físico.
• Escoger, si es posible, un colegio que comprenda este trastorno y que tenga posibilidades de adaptarse a las necesidades de nuestro hij@.
Educar a un hij@ hiperactiv@ no es fácil, pero es mejor si le ponemos grandes dosis de cariño, generosidad y mucha paciencia: antes o después se verán los frutos.

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